En medio del tupido y hermoso bosque que forma la arborización de sus calles y avenidas, Valledupar, “Capital Mundial del Vallenato”, se abre promisoria a propios y extraños como el lugar donde los acordeones europeos, acompañados por la caja africana y la guacharaca indígena entretejen las melodías y el canto de la música que hoy le está dando la vuelta al mundo, contando las vivencias y el sentimiento cotidiano de un pueblo que ha escrito su historia a través de sus juglares.
Desde sus comienzos fue un pueblo feudal donde el Reino Español dejó su impronta en las costumbres, los usos, las modas, las comidas, la religiosidad popular, la música y danzas y en el castizo español de su lenguaje popular que terminó inventando, entre otras muchas, la palabra vallenato como gentilicio, que hizo desaparecer casi completamente al término valduparense.
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